CRÓNICO INSACIABLE!!
Recuerdo cuando era joven, hace once meses, que en el Kasal Jove de Roquetes se estrenaba una banda formada por algunos miembros de Ojala Estë Mi Bici y/o gente muy cercana al colectivo biker, Ratpenat; el pasado 9 de noviembre, husmeando ya el cadáver del año 2013, otra nueva formación made in OEMB vio la luz en directo.
Recuerdo cuando era joven, hace once meses, que en el Kasal Jove de Roquetes se estrenaba una banda formada por algunos miembros de Ojala Estë Mi Bici y/o gente muy cercana al colectivo biker, Ratpenat; el pasado 9 de noviembre, husmeando ya el cadáver del año 2013, otra nueva formación made in OEMB vio la luz en directo.
En esta ocasión, el 'monstruo' se llama Abobinable, tiene a Rober (Kvasar), Héctor (Decurs), Álex (Parmesano), y Sergio (Facción Fascista) en sus filas, y en concierto empalan los temas de su casete “Pequeño trozo de mierda”(2013), título fidedigno, puesto que así es su música...aunque de la buena. En esta orgía de cabestros, la salchicha del primero es la que impera, mientras algo de la nalga del segundo asoma, una pizca del movimiento pélvico del tercero, y, sin duda, el cuarto mete mano como un pulpo. O, dicho sin delirio: las dinámicas del heavy rock setentero predominaron en unas canciones que, puntualmente, espiraron aliento post-hardcore y un ritmillo tropical, y se vieron enturbiadas por la visceral interpretación de sus ya de por sí sórdidas letras (con un humor retorcido en “¡Qué pedazo de fiesta!”, donde Antonio 'Zozobra' colaboró a la voz y a la performance). Gustaron, quizás incluso con el 'se' delante.
Con un teclado que debió caerse por la ventanilla de una nave venusiana en uno de sus viajes terráqueos metidos de polvo de estrellas, una batería seca y contundente (es decir, morcillona), y melodías que parecían entonadas por alguien a quien estuvieran haciendo la radiografía de un codo roto, lo de Friskies podía tener algo de pop, pero, sin duda, era una música bruta, literalmente pesada, y hasta un punto alucinada. Quién sabe si por su limitación de movimientos, quién sabe si por ser más salvajes que impetuosos, generaron cierta indiferencia entre el personal pese a dar un buen concierto.
Finalmente, a Francky Goes To Pointe-à-Pitre algunos les conocemos ya como 'Parmesaine', no sólo por su querencia por un post-hardcore tropical (aunque algunos riffs eran más de escuela africana), si no porque, directamente, uno de los temas era, en su tramo inicial, un semiplagio de “Allioli” (y con el guitarrista de Pneu -componente de los Francky- habiendo visto y adorando al combo de Edu, Jordi, y compañia...). Sin embargo, y con unas canciones que van más al grano que las del añorado grupo barcelonés, su pericia instrumental y el feliz y distendido entusiasmo que transmitían sus temas sirvieron para que se marcaran un señor 'bolo' (parón por problemas con un amplificador aparte) en el que terminaron poniendo el Kasal patas arriba al son y trote de la jubilosa “Yaoun day”. Inmejorable banda sonora a un verano que no acaba en Barcelona.
Con un teclado que debió caerse por la ventanilla de una nave venusiana en uno de sus viajes terráqueos metidos de polvo de estrellas, una batería seca y contundente (es decir, morcillona), y melodías que parecían entonadas por alguien a quien estuvieran haciendo la radiografía de un codo roto, lo de Friskies podía tener algo de pop, pero, sin duda, era una música bruta, literalmente pesada, y hasta un punto alucinada. Quién sabe si por su limitación de movimientos, quién sabe si por ser más salvajes que impetuosos, generaron cierta indiferencia entre el personal pese a dar un buen concierto.
Finalmente, a Francky Goes To Pointe-à-Pitre algunos les conocemos ya como 'Parmesaine', no sólo por su querencia por un post-hardcore tropical (aunque algunos riffs eran más de escuela africana), si no porque, directamente, uno de los temas era, en su tramo inicial, un semiplagio de “Allioli” (y con el guitarrista de Pneu -componente de los Francky- habiendo visto y adorando al combo de Edu, Jordi, y compañia...). Sin embargo, y con unas canciones que van más al grano que las del añorado grupo barcelonés, su pericia instrumental y el feliz y distendido entusiasmo que transmitían sus temas sirvieron para que se marcaran un señor 'bolo' (parón por problemas con un amplificador aparte) en el que terminaron poniendo el Kasal patas arriba al son y trote de la jubilosa “Yaoun day”. Inmejorable banda sonora a un verano que no acaba en Barcelona.
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Texto: Arnau Espinach
Fotos: Robermm
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