Desde la terraza del abarrotado tanatorio se veía
Barcelona y Xavi (baterista de una de sus mil bandas) dijo: "A ésta
ciudad ya no le queda nada, ya no tiene remedio".
Y esa es la sensación que se nos queda a todos. Cualquiera que haya estado involucrado de alguna manera en la música y en los movimientos políticos de debajo de las piedras de ésta ciudad durante estos últimos quince años conoce a Uri y cualquiera que haya compartido su tiempo con él sabe que era capaz de llegarte a lo más hondo de la forma más natural, y es precisamente esto lo que hace grande a Uri, que haya conseguido que tanta gente se sintiese especial junto a él, que tanta gente sintiese que estaba ante alguien con quien tenía una complicidad especial, única.
Todos tenemos grandes momentos junto a él y su risa totalmente contagiosa, desde conversaciones profundas y personales hasta locas espirales de surrealismo verbal que seguramente acabaron convertidas en algún proyecto real gracias a esa energía enorme que atesoraba, bailes de señor con clase, papeos, birras, viajes, muletas que veías agitandose en medio de una pequeña muchedumbre en un concierto... Uri es una persona de otra época, de una biografía intensa llena de actividades, músicas y activismo, con un sentido del humor finisimo que imprimía en cada cosa que hacía.
Así que en esta ocasión sí, lo que para otros serían tópicos en su
caso son verdades: se ha ido un grande, uno de los de verdad, una
persona que ha marcado profundamente a ésta ciudad con su forma de vivir
cada día como si fuese el último. Xavi, de nuevo, dijo muy
acertadamente "Uri ha vivido él sólo más vidas que todos los que estamos
aquí juntos".
Y esa es la sensación que se nos queda a todos. Cualquiera que haya estado involucrado de alguna manera en la música y en los movimientos políticos de debajo de las piedras de ésta ciudad durante estos últimos quince años conoce a Uri y cualquiera que haya compartido su tiempo con él sabe que era capaz de llegarte a lo más hondo de la forma más natural, y es precisamente esto lo que hace grande a Uri, que haya conseguido que tanta gente se sintiese especial junto a él, que tanta gente sintiese que estaba ante alguien con quien tenía una complicidad especial, única.
Todos tenemos grandes momentos junto a él y su risa totalmente contagiosa, desde conversaciones profundas y personales hasta locas espirales de surrealismo verbal que seguramente acabaron convertidas en algún proyecto real gracias a esa energía enorme que atesoraba, bailes de señor con clase, papeos, birras, viajes, muletas que veías agitandose en medio de una pequeña muchedumbre en un concierto... Uri es una persona de otra época, de una biografía intensa llena de actividades, músicas y activismo, con un sentido del humor finisimo que imprimía en cada cosa que hacía.
Ahora sólo nos queda agradecerle a la vida haber tenido la oportunidad de compartirla con él, haber tenido la suerte de conocer y disfrutar a una persona irrepetible. Hace sólo unos días su cuerpo, ese cuerpo que durante años llevó de un lado para otro y que nunca acabó de funcionar bien del todo, se paró. No queda una sola esquina en toda Barcelona que no guarde un momento grande de Uri, y a partir de ahora es ahí donde estará, por toda la ciudad y viviendo dentro de cada uno de nosotros.