CRÓNICOS DE LA BICI
DECURS + CALVA + SHUB
21.04.12 ROKETES
¿Alguna vez habéis escuchado una canción que os gustaba mucho, pongamos, diez años después de oírla por última vez, y, tras la sorpresa inicial, habéis empezado a cantar la letra sin hacer el más mínimo esfuerzo por recordarla, como si la familiaridad, dormida pero intacta, de cada fraseo hubiera quedado congelada en el subconsciente? Pues algo parecido ocurrió con Decurs el pasado sábado 21, media hora después de que terminara la madre de todas las batallas económico-futbolísticas, en 'Rocketeer' (el Casal, pardiez). El extinto trío barcelonés volvió a reunirse después de muchos meses (¿años? recuerdo la última vez, en Barcelona, por allá junio del 2010, sala-sótano Taxidermista) de su última actuación, y poco les costó volver a agarrar por el pescuezo sus temas de post-hardcore sin miramientos. A partir de la inflexión elástica, por el bajo funk, de "Amor normal", el 'bolo' pasó de nivel destacable a notable, en un tramo final de intenso voltaje. Ellos aseguran que hubieron mil y un errores, pero yo os doy mi palabra de que no penalizaron para nada su actuación, puesto que, de tan mínimos, ni se apercibieron. Y les espera nada más y nada menos que una inminente gira europea.
Triple oferta conciertil en la que los del medio fueron los franceses Calva, que volvían a un cartel 'biker' después de tocar junto a Erizo y 50yetis (otra vez con el bajista Héctor teloneando, pues) hace diez meses, y supo a poco su actuación, ya que, si en su penúltima visita llegaban como 'cabezas', en esta ocasión lo hacían como teloneros de Shub, y, seguramente por tener ya organizado el repertorio para tocar media hora, su 'bolo' se hizo corto, demasiado corto, dando por finiquitado su choque de trenes entre lo eléctrico y lo sintético pocos temas después de que empezara a caldearse la cosa. Tiempo hubo, eso sí, para que se marcaran una pieza (la única, la mayoría de veces utilizaron los teclados con efecto cortante) conducida por los sintetizadores (no en plan paseo por las estrellas, como este retro-futurismo tan en boga en estos tiempos, sino más bien como amenazante banda sonora de una posible lluvia terráquea de tan estelares elementos en forma de meteoritos) o esa canción casi final con distorsión robótica de la voz.
La muy 'gabacha' noche se completó con los antes mencionados Shub, algo así como rock crudo analmente penetrado por un cencerro, que tan buen punto repartía mazazos rítmicos sostenidos como pasaba a estimular el movimiento pélvico (no en plan eroticofestivo, aish) y el desgaste de los cartílagos de nuestras rodillas. Riffs a lo 'guitar-hero' de 'spaghetti-western', un bajista con pinta de haber realizado un salto temporal desde alguna película neorrealista italiana, y un señor baterista al que más vale que encadenen sus piernas al bombo para que no se lo lleve otra banda, que dio como resultado un bolo apasionantemente 'in crescendo', cuyo clímax, a nivel personal, fue el penúltimo tema, en el que el guitarrista jugó y dilató las escalas de su instrumento de forma deliciosa, tras el cual nos regalaron un 'encore' ("ok, very, very last song", dijo el hombre de las seis cuerdas tras unos segundos de debate interno sobre si tocaban más o no) por nuestro buen comportamiento, y, una vez terminada su actuación, sólo podíamos decir, tanto de ellos como de la velada organizada por OEMB: "Shub-shub, hurra!".
DECURS + CALVA + SHUB
21.04.12 ROKETES
¿Alguna vez habéis escuchado una canción que os gustaba mucho, pongamos, diez años después de oírla por última vez, y, tras la sorpresa inicial, habéis empezado a cantar la letra sin hacer el más mínimo esfuerzo por recordarla, como si la familiaridad, dormida pero intacta, de cada fraseo hubiera quedado congelada en el subconsciente? Pues algo parecido ocurrió con Decurs el pasado sábado 21, media hora después de que terminara la madre de todas las batallas económico-futbolísticas, en 'Rocketeer' (el Casal, pardiez). El extinto trío barcelonés volvió a reunirse después de muchos meses (¿años? recuerdo la última vez, en Barcelona, por allá junio del 2010, sala-sótano Taxidermista) de su última actuación, y poco les costó volver a agarrar por el pescuezo sus temas de post-hardcore sin miramientos. A partir de la inflexión elástica, por el bajo funk, de "Amor normal", el 'bolo' pasó de nivel destacable a notable, en un tramo final de intenso voltaje. Ellos aseguran que hubieron mil y un errores, pero yo os doy mi palabra de que no penalizaron para nada su actuación, puesto que, de tan mínimos, ni se apercibieron. Y les espera nada más y nada menos que una inminente gira europea.
Triple oferta conciertil en la que los del medio fueron los franceses Calva, que volvían a un cartel 'biker' después de tocar junto a Erizo y 50yetis (otra vez con el bajista Héctor teloneando, pues) hace diez meses, y supo a poco su actuación, ya que, si en su penúltima visita llegaban como 'cabezas', en esta ocasión lo hacían como teloneros de Shub, y, seguramente por tener ya organizado el repertorio para tocar media hora, su 'bolo' se hizo corto, demasiado corto, dando por finiquitado su choque de trenes entre lo eléctrico y lo sintético pocos temas después de que empezara a caldearse la cosa. Tiempo hubo, eso sí, para que se marcaran una pieza (la única, la mayoría de veces utilizaron los teclados con efecto cortante) conducida por los sintetizadores (no en plan paseo por las estrellas, como este retro-futurismo tan en boga en estos tiempos, sino más bien como amenazante banda sonora de una posible lluvia terráquea de tan estelares elementos en forma de meteoritos) o esa canción casi final con distorsión robótica de la voz.
La muy 'gabacha' noche se completó con los antes mencionados Shub, algo así como rock crudo analmente penetrado por un cencerro, que tan buen punto repartía mazazos rítmicos sostenidos como pasaba a estimular el movimiento pélvico (no en plan eroticofestivo, aish) y el desgaste de los cartílagos de nuestras rodillas. Riffs a lo 'guitar-hero' de 'spaghetti-western', un bajista con pinta de haber realizado un salto temporal desde alguna película neorrealista italiana, y un señor baterista al que más vale que encadenen sus piernas al bombo para que no se lo lleve otra banda, que dio como resultado un bolo apasionantemente 'in crescendo', cuyo clímax, a nivel personal, fue el penúltimo tema, en el que el guitarrista jugó y dilató las escalas de su instrumento de forma deliciosa, tras el cual nos regalaron un 'encore' ("ok, very, very last song", dijo el hombre de las seis cuerdas tras unos segundos de debate interno sobre si tocaban más o no) por nuestro buen comportamiento, y, una vez terminada su actuación, sólo podíamos decir, tanto de ellos como de la velada organizada por OEMB: "Shub-shub, hurra!".
Texte: Arnau Espinach
Fotos: Rober